miércoles, 6 de agosto de 2008

Y fue la Pre-Convergencia...


De: Isabel Vásquez
Asunto:
Para: maliciapino@yahoo.es
Fecha: martes, 5 agosto, 2008 4:36

Hola María Alicia ¿no creo que te acuerdes de mi? ¿pero? te haré memoria: nos conocimos en la Preconvergencia sobre el Síndrome de Down y Salud, que por lo demás fue una linda experiencia para mi, ya que nunca había ido a algo así y más porque el tema en sí era de mucho interés en lo personal. Por si acaso si aún no me recuerdas fui la que me puse a llorar cuando me preguntaste que definiera en una palabra lo que es mi hijita para mi, en todo caso te diré que me hubiera gustado mucho haber dicho muchas cosas de ella ¿pero? ya con todos los temas que se expusieron estaba muy sensible y pasó lo que pasó, aunque en lo personal te diré que esas son nuestras instancias en las cuales nos podemos desahogar un poquito ¿no crees?.

¿Sabes? estuve esperando algún correo tuyo ¿cómo no fue? me tomé la libertad de conseguir tu correo, espero que no te incomode ¿pero? quería contactarme contigo, ya que tengo hartas inquietudes y propuestas que tal vez te podrían interesar. No te las contaré ahora, sólo deseo saber sí te gustaría poder tratarlas en otros correos que nos podamos enviar ¿que te parece?, en todo caso hay cosas que ya estoy gestionando con el grupo de papás que asistimos al Centro de Estimulación Temprana (UCINF).

Bueno María Alicia, sólo me resta decir una vez más que el seminario del cual fuiste gestora fue fantástico y espero que se sigan haciendo, así es que cuenta conmigo.

Espero poder tener pronto noticias tuyas con cariño
ISABEL.



Isabel, claro que me acuerdo de ti. Cómo olvidar tu emoción de aquella tarde, emoción que fue el comienzo de una explosión de intensidad que no pensé sucedería en el seminario. Aunque tampoco me extraña en verdad, me vi tan reflejada en todos quienes contenían las lágrimas aquella tarde, padres, madres, hermanos, viviendo una experiencia tan extraordinaria, tan imposible de experimentar en otras circunstancias, una experiencia que si fuese una elección anticipada, te aseguro que muy pocos estarían dispuestos a vivir. Porque entre tanta ponencia y reflexiones que se presentaron, tantas ideas que pasaron por mi cabeza, tantas posibilidades de contar tantas cosas, todas con la misma intensidad y urgencia, olvidé precisamente hablar sobre esa excepcionalidad, esa diversidad de vida en la que se convirtió nuestra vida. Esos miedos que luego se fueron transformando en luz, esas preguntas a Dios que encontraron respuesta más pronto de lo que pensamos, ese dolor intenso que vivimos al principio de esta historia y que hoy hemos olvidado detrás de sus sonrisas maravillosas. Esa lectura desde la profundidad de lo cotidiano sólo nosotros la vivenciamos, sólo nosotros llevamos en nuestra mirada ese reflejo de resurrección. Tenemos el prestigio de ser papás complicados, a veces malhumorados, vehementes y agradecidos, prestigio que nos retrae y nos inspira, que a veces nos pone al margen de las decisiones sobre nuestros hijos que siempre otros conocen mejor que nosotros. Y es que siento que nuestro rol ha sido tan ignorado e incomprendido como los niños Down. Por eso cuando alguna vez me preguntaron dije que además de nuestros hijos, son los padres quienes tambien deberían recibir una terapia de estimulación temprana. Y digo esto porque siento que existe un lapso de tiempo, entre que nacen y los reconoces, en donde te ves sumergido en un abismo oscuro y absurdo, innecesario, que en mi caso quizás hubiese durado un poco más si no hubiese existido la intervención amorosa de la Dra. Marcela Moenne, Miguel Puxant y otros seres extraordinarios que más allá de enjuiciar mis humanas aprensiones, con misericordia, con generosidad me mostraron las posibilidades en la aparente "fatalidad". Y hoy pienso cuánto dolor nos hubiésemos evitado si los fantasmas de la ignorancia, los prejuicios y la norma hubiesen estallado lejos de nosotros. Cuantos besos le hubiese dado a ella cuando la llevaron a mis brazos, cómo hubiese llenado la casa de flores a su llegada, cómo la hubiese esperado con la cara llena de risa y no con esa mueca de tristeza que hoy me resulta tan incomprensible. Pero no, nos elegimos en esta vuelta de estrellas, nos elegimos porque sabíamos que nuestro corazón respondería, sabíamos que eramos portadores y merecedores del mayor regalo del universo, el milagro de despertar y saber que todo había sido un mal sueño, que en verdad Dios nos daba una segunda oportunidad. ¡Que mayor regalo podemos esperar del cielo! Nos devolvieron a nuestros hijos, están aquí y son todo lo que quisimos que fueran, son todo y más, son lo inesperado y lo amado.Por eso recuerdo tus palabras, porque yo también lloro al hablar de ella, porque parece que el amor se me derrama cuando la recuerdo, porque parece que el corazón no da más de tanta ternura, porque tenemos tanto miedo de perder este pedacito de cielo que un ángel puso en nuestras manos, porque quisieramos descansar para siempre entre sus brazos, porque cuando llegue el momento del último viaje "en esa barca que nunca ha de tornar" tendremos los ojos del amor en la despedida para recordarnos que Dios nunca nos abandonó.Un gran abrazo para ti y para todos, con ganas de reunirnos nuevamente, esta vez para fabricar un sueño que sueño y soñamos.
María Alicia Pino
tel: 7211369